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Marzo 2013
Edición No. 289
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Mis sexenios (60)

José Guadalupe Robledo Guerrero.

Tercera y última etapa del sexenio montemayorista
Semanas antes de iniciar la tercera y última etapa (los dos últimos años) del sexenio montemayorista, Alejandro Gutiérrez Gutiérrez “La Coneja”, uno de los tantos “políticos” priistas que siempre han soñado con gobernar Coahuila, mostró que estaba molesto con su patrón, el gobernador, porque no lo convirtió en candidato a la alcaldía de Saltillo, en cuyas elecciones perdió otro junior: Salomón Abedrop López frente a uno de sus iguales: Manuel López Villarreal, debido a que Rogelio Montemayor negoció con los dueños del Grupo Industrial Saltillo (Isidro y Javier López del Bosque) la alcaldía saltillense.

“La Coneja” era en ese entonces Presidente del Comité Directivo Estatal del PRI seguramente por oficios de su padre Luis Gutiérrez o de su madre, la señora Pacha Gutiérrez, quienes siempre estuvieron detrás de los cargos que obtenía su hijo Alejandro Gutiérrez. Alguna vez oí cuando Rogelio Montemayor se quejaba de que ya no aguantaba a doña Pacha Gutiérrez, que desde en la mañana lo estaba llamando para ver cómo estaba y para encargarle a su retoño.

El enojo de la “Coneja” se supo por la indiscreción de uno de sus amigos que le dijo a todo el que lo quisiera escuchar que: “una vez que pasaran las elecciones municipales del 6 de julio de 1997, Alejandro se cobraría las que le hizo el gobernador”.

Lo cierto es que Alejandro se preparaba para traicionar a Montemayor, porque ya nada le podría ofrecer, además sabía que él no tenía posibilidades para la gubernatura y que el sexenio estaba por terminar, por eso quería poner una sana distancia de Montemayor, pues para el cuarto año de su sexenio se habían incrementado las críticas hacia el gobierno montemayorista, y “La Coneja” no quería que lo asociaran con la corrupción imperante, a pesar de que fue uno de los socios, cómplices y beneficiarios del montemayorismo.

Hay que recordar que Alejandro Gutiérrez ha tenido siempre el tino de hacer negocios con los gobernadores en turno: con Eliseo Mendoza Berrueto se involucró en el Autódromo, aquel elefante blanco que Eliseo mantuvo para que su hijo adoptivo jugara como piloto de autos de carreras, y con Montemayor se asoció en la empresa de tristes recuerdos: Transportes Aéreos de Coahuila, S. A. (TACSA).

alejandro gutierrezPero Alejandro no requería de pretextos para la traición, así había traicionado a José de las Fuentes Rodríguez, a Eliseo Mendoza Berrueto y le tocaba el turno a Rogelio Montemayor. Fue entonces cuando “La Coneja” se hizo seguidor de Humberto Roque Villanueva, y aseguraba que él sería el próximo gobernador de Coahuila, por ser amigo del Presidente Zedillo. Pero meses después decía lo contrario, que Roque no tenía ninguna posibilidad de ser el candidato para el gobierno de Coahuila, y que si el Presidente Zedillo lo mandaba como candidato del PRI, perdería la elección. En otras palabras, allí estaba él para sacrificarse como candidato a gobernador de Coahuila.

A decir verdad, “La Coneja” estaba con todos los que tuvieran posibilidades, también le hacía guiños a Enrique Martínez y Martínez, pues para esas fechas Enrique ya se había infiltrado hasta el mismo despacho presidencial, sosteniendo una relación amistosa que hasta la fecha subsiste con Liébano Saénz Ortiz, entonces secretario particular del Presidente Zedillo.

Pese a que Alejandro Gutiérrez quería ser Alcalde de Saltillo, siempre insistió en ser desleal con quienes podían ayudarlo a conseguir su aspiración: A Montemayor lo traicionó, a Roque le simuló amistad y a Enrique lo engañaba.

Pero lo peor del caso es que Alejandro, como Presidente del PRI estatal, rompió las reglas de la política priista y contaminó aún más el ambiente político adverso que para entonces tenía Montemayor (¿O la pareja gubernamental Rogelio y Lucrecia?). Fue cuando “La Coneja” anunció que renunciaría a la Presidencia del PRI coahuilense, para irse al Distrito Federal a ocupar un importante cargo. Lo mismo de siempre.

En aquella época publicamos en El Periódico... un cuento relacionado con la actitud traicionera de “La Coneja” que lo dibujaba fielmente: Resulta que preocupado y agobiado por las críticas que se le hacían, Alejandro Gutiérrez fue con un reconocido psiquiatra al que le narró su problema acostado en un diván: “Doctor tengo un gran conflicto, soy un junior con un papi multimillonario, por eso desde joven decidí no trabajar y opté por ser político, para ganar mucho dinero sin trabajar, pero desde hace un tiempo me han criticado, acusándome de traidor, porque traicionó a mis jefes cuando ya no pueden darme un cargo importante, y me voy a buscar a otros. Lo malo es que los señalamientos que me han hecho me han creado una crisis de conciencia, por eso vengo a consultarlo”.

-No se preocupe Alejandro, usted no es un traidor..., le replicó el psiquiatra, pero Alejandro lo interrumpió diciéndole: “Por favor Doctor, no me diga que no sé cuál es mi problema, soy un traidor y quiero que me diga cómo superar ese trauma. Por favor no me diga que no soy un traidor, yo sé bien cuál es mi problema...”. Insisto Alejandro, le reviró el Doctor, usted no es un traidor, usted es sólo un pinche chaquetero. Tan Tan...

En aquel entonces como ahora, por su evidente debilidad el gobernador optó por darle cargos importantes a miembros del grupo enriquista, pues Montemayor quería neutralizar a EMM para que no insistiera en su aspiración gubernamental, y bajo esa estrategia primero creó la fantasmal Fidagua (Fideicomiso del Agua) para darle chamba a Mario Eulalio Gutiérrez Talamás y a José María Fraustro Siller; luego impuso como Rector de la UAC a Chema Fraustro Siller violando los estatutos universitarios.

Posteriormente convirtió en Secretario de Fomento Agropecuario a Abraham Cepeda Izaguirre, otro junior igualmente de corrupto e inútil como los demás de su especie. Se dijo que el nombramiento de Abraham lo había hecho Montemayor sin el consentimiento de la Secretaria Técnica del Gabinete, Beatriz Flores Alvarado, quien tenía su “gallo” para ese cargo: Luis Alfonso Natividad Beltrán del Río.

Según se dijo, Abraham Cepeda había conseguido el cargo como resultado de un complot que había realizado con otros juniors saltillenses en contra del gobernador y de su candidato a Alcalde de Saltillo, Salomón Abedrop López.

El arribo de Abraham Cepeda al gabinete montemayorista y la traición partidista que la produjo me recordó una anécdota que lo dibuja de cuerpo entero:

La fecha: uno de los días del primer trimestre de 1983. El lugar: La dirección de El Sol del Norte hasta donde llegó Abraham Cepeda Izaguirre, entonces diputado federal por el PRI. El motivo de la visita del legislador era liquidar el crédito que le había dado el diario en su campaña electoral.

Allí estaba yo platicando con el Director de El Sol, mi amigo y compañero Adolfo Olmedo Muñoz, cuando Abraham se sumó a la charla. Y ya entrados en la plática, Abraham confiaría -en tono de luchador social- que los diputados y senadores por Coahuila se reunirían para discutir la conveniencia de acudir con el Presidente Zedillo, para pedirle la renuncia del gobernador José de las Fuentes Rodríguez.

Cabe aclarar que para ese momento, Óscar Flores Tapia tenía un año y medio de haber renunciado al gobierno de Coahuila, y “El Diablo” de las Fuentes llevaba poco más de un año “gobernando”, y su “administración” era objeto de una campaña de denuncias y críticas periodísticas. Hay que señalar también que en los corrillos políticos se rumoraba que José de las Fuentes renunciaría a la gubernatura, y se decía que ese rumor lo había diseminado el grupo enriquista.

Ante todo esto, los juniors saltillenses acariciaban la idea de tomar el poder estatal, haciendo renunciar al gobernador. Luego de su confidencia, Adolfo Olmedo le sugirió al desleal diputado que no se metiera en esas intrigas, pues finalmente el gobernador tendría el apoyo del Presidente Zedillo. Olmedo pronosticó que llegaría la fecha en que José de las Fuentes le respondiera a sus enemigos, pues muy pocos mandatarios entregan el poder sin defenderse, y “El Diablo” no era de los “dejados”.

No sé qué sucedió, pero Abraham Cepeda y sus complotistas amigos se agazaparon, y cuando llegó la respuesta de “El Diablo”, que terminó con la derrota de Óscar Villegas Rico y su Rector impuesto, Valeriano Valdés, los conspiradores se mantuvieron en sus catacumbas, y luego se convirtieron en los principales cortesanos gubernamentales, y por ende, en los principales beneficiarios políticos de José de las Fuentes.

Como premio a su deslealtad, Abraham Cepeda fue convertido -por obra y gracia de “El Diablo”- en Presidente del CDE del PRI. De esa época todavía hay quien se acuerda que Miguel Ángel Faz Escareño, entonces Presidente del Consejo de Administración de la Forestal, enviaba continuamente camiones cargados de maíz, para alimentar el ganado del rancho “La Mota”, propiedad de Abraham Cepeda. Gracias a esas toneladas de granos, Faz Escareño -el enterrador de La Forestal-, sería convertido en diputado local.
abraham cepeda
En el mundillo político sobre Abraham Cepeda se cuentan muchas anécdotas de su deshonestidad, ignorancia e incapacidad, pero también de su talento para apropiarse de lo que no es suyo.

De su etapa de “líder” priista, se cuenta que también sorprendió a Miguel Lozano Arizpe, entonces Presidente del PRI municipal de Acuña, cuando le pidió prestado un caballo “cuarto de milla”, con un valor de varias decenas de miles de dólares, supuestamente para cruzarlo con unas yeguas de su propiedad. A cambio de ese favor, Abraham se comprometió hacerlo candidato a la Alcaldía acuñense, pero la promesa de Cepeda Izaguirre jamás fue cumplida, pues ni hizo candidato al inocente de Lozano Arizpe, ni le regresó su costoso caballo.

Muchos saben de las mañas de Abraham y de su gran deshonestidad. Los que lo conocen saben que sus principales preocupaciones en los cargos públicos son: cómo hacerse de dinero fácil, cómo conseguir sin costo lo que le hace falta a su rancho, cómo encontrar la forma de cargarle todos sus gastos personales y familiares a los presupuestos oficiales. Por esos días un priista que lo conocía me dijo: “Imagínate, qué puedes esperar de Abraham Cepeda, si hasta la madera que puso en el piso de su casa la pagó con cargo al PRI coahuilense.

Abraham Cepeda Izaguirre tiene muy mala fama, que según los que lo conocen, la hizo a pulso desde que estaba en primaria, a tal grado que es conocido en el mundillo político como un sujeto chaquetero, prepotente, inepto y deshonesto hasta más no poder. Hay que recordar que Abraham Cepeda Izaguirre fue el primer priista que -como candidato a la Alcaldía de Saltillo-, perdió electoralmente ante el corrupto panista Rosendo Villarreal Dávila.

Sobre su derrota electorera también hay una leyenda que hace honor a su mala fama. Como se ha dicho anteriormente, Eliseo Mendoza Berrueto negoció la Alcaldía saltillense con los propietarios del Grupo Industrial Saltillo (Isidro y Javier López del Bosque), por tal motivo de antemano estaba arreglado que el candidato priista perdería las elecciones, y por “echarse el clavado a la lona”, se dijo que Abraham Cepeda recibió varios millones de pesos. Lo cierto es que, una vez que Montemayor lo hizo Secretario de Fomento Agropecuario, como por arte de magia cesaron los rumores de que el gobernador renunciaría por motivos de salud.

Pero volviendo al tema: no fue sólo al grupo enriquista al que Montemayor le dio prebendas y canonjías, también al dirigente del Partido Cardenista, Francisco Navarro Montenegro le hizo concesiones el gobernador. A mediados de octubre de 1997, Navarro contestó el Cuarto Informe de Gobierno de Rogelio Montemayor, convirtiéndose en el primer diputado de oposición al PRI que contestaba un informe gubernamental. Así de jodido andaba RMS a causa de su enorme corrupción, y la de sus familiares y amigos.

Ya para finalizar 1997, la ociosa Cámara de Diputados integró -a petición del PRD- una comisión legislativa para que investigara todo lo relacionado a la matanza estudiantil del dos de octubre de 1968, y señalara a los responsables del hecho que había sucedido 29 años antes de esta ocurrencia perredista.

Y a pesar de que el Presidente priista Gustavo Díaz Ordaz había sido muy claro en su Informe presidencial, al decirle a la nación: “El responsable soy yo”, nunca se supo a qué conclusiones llegó la dichosa comisión, que se repitió en posteriores legislaturas, bajo aquella demagógica frase de la izquierda electorera: “El dos de octubre no se olvida”.

Lo cierto es que esta Comisión nunca señaló a ningún culpable ni dio el nombre de alguno de sus cómplices. Tampoco acusaron al confeso ex Presidente Díaz Ordaz, ni a su secretario de la Defensa Nacional, Marcelino García Barragán, quien implementó el operativo del genocidio; mucho menos señalaron al que entonces fungía como Secretario de Gobernación, Luis Echeverrerría Álvarez, debido básicamente a que los principales dirigentes perredistas, (Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñozledo) fueron priistas-echeverristas en la época de la masacre y después en el sexenio de Echeverría, incluso como Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, Porfirio Muñozledo publicó un desplegado alabando la valentía del Presidente Díaz Ordaz para frenar el movimiento estudiantil que -según Muñozledo- era manipulado por fuerzas extrañas a México.

La demagogia de las izquierdas electoreras ha impedido que se sepa cuántos estudiantes y civiles fueron muertos por las balas del ejército mexicano en la Plaza de Tlatelolco, pues finalmente ya se sabe quienes fueron los principales responsables de la matanza del dos de octubre, que según los demagogos, no se olvida: Gustavo Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán, Luis Echeverría Álvarez, Fernando Gutiérrez Barrios, los medios de comunicación, los partidos políticos, la jerarquía católica, los empresarios, la CIA, etc.

(Continuará).
La tercera y última etapa del sexenio montemayorista...

 

robledo_jgr@hotmail.com

 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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